Diálogos
de paz
Las
FARC EP instan al régimen a entender que este no es un proceso de sometimiento
sino de diálogos entre partes iguales
Por
Camilo Raigozo. Notimundo
La
Delegación de Paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del
Pueblo, FARC EP, por intermedio de un comunicado firmado en La Habana este 8 de
octubre, reitera la invitación a su contraparte para que deje la
intransigencia y la equivocación de tomar a los diálogos como un sometimiento
de la insurgencia.
A
continuación transcribimos el comunicado en su integridad:
La
Habana, Cuba, sede de los Diálogos de Paz, octubre 8 de 2015
Una
etapa decisiva para la paz
Terminamos
este ciclo navegando contra las olas del tiempo en dirección al Acuerdo Final.
Cuando iniciamos en Oslo la marcha de Colombia hacia la paz advertimos que un
mal acuerdo podría ser peor que la propia guerra.
Hoy,
una voluntad de paz fortalecida por el anhelo de millones de compatriotas
tendrá que sortear los escollos de una intransigencia inveterada que se resiste
a entender que este no es un proceso de sometimiento, sino un diálogo entre
partes iguales.
Estamos
resueltos a alcanzar la reconciliación sobre el cimiento de la verdad que
sostiene la Jurisdicción Especial para la Paz, dispuestos a lograrla sobre
cambios sociales donde el ciudadano del común sienta que mejoran y se
dignifican sus condiciones de vida y que la exclusión política está llegando a
su fin.
La
paz no se construye con palabras que se lleva el viento ni con promesas que
nunca se cumplen. Este proceso, que hoy transita su etapa más decisiva, debe
alejar toda veleidad de desconfianza al honrar el compromiso de la palabra
empeñada.
Nos
preocupa que por razones ajenas a la determinación de las FARC se produzca un
desfase inconveniente entre la plena vigencia del componente de justicia y los
plazos que nos hemos impuesto para la firma de la paz.
No
es justo que a estas alturas, obstrucciones artificiales dictadas por la
avilantez nos hagan perder tiempo valioso. No es admisible que se siga
recurriendo al expediente de imponer medidas unilaterales para resolver asuntos
propios de la Mesa, como está ocurriendo ahora en el Congreso con el tema de la
implementación.
La
construcción de la paz en nuestra patria, Colombia, requiere forjar confianza y
reconocer que venimos de sesenta años de violencia fratricida sembrada de
muerte, desolación, víctimas y victimarios, desajustes institucionales y una
progresiva degradación del Estado.
Esas
seis décadas de descomposición han conducido al marchitamiento de la sociedad
misma. Se han dejado al garete valores elementales.
Desde
los albores de nuestra rebelión comprendimos que la lucha sería larga,
desgarradora y particularmente difícil. La búsqueda de la justicia y la
igualdad y la defensa de nuestros derechos por la vía de las armas nunca fue un
compromiso cualquiera. Se trató, ni más ni menos, de entregar la vida a cambio
de defender la vida.
La
incomprensión, el atropello y persecución, y el desconocimiento de la dignidad
de cientos de miles de nuestros compatriotas nos condujo a empuñar las armas a
lo largo de episodios de historia que al ser recordada y narrada nos pone de
presente una inmensa responsabilidad colectiva.
El
enfrentamiento a sangre y fuego de los partidos tradicionales, el abuso del
poder de parte de gamonales de renombre-hoy como antes de ingrata recordación-,
el desconocimiento del derecho al acceso a la tierra para quienes solo tenían
como tarea su labranza, el hambre y las puertas cerradas que impedían el acceso
a un mejor estar y un mejor porvenir, condujeron al desorden, a un
derramamiento de sangre sin fin, a la polarización, y a la pasión irracional.
Pero
hoy hemos resuelto que la lucha armada entre todos y contra todos debe parar a
fin de buscarse caminos de futuro reconociéndole a cada quien lo suyo, con
inteligencia y generosidad.
Cuando
se cruzan por el camino incertidumbres y tropiezos por caprichos,
contradicciones, egoísmos o simples malquerencias, apelamos a la palabra
empeñada, a la prevalencia del honor y al valor de la verdad.
Es
el caso de los 75 puntos y el listado de sanciones que constituyen la
Jurisdicción Especial para la Paz, presentados al mundo desde La Habana por el
Presidente Juan Manuel Santos y el Comandante de las FARC-EP Timoleón Jiménez,
en presencia del Jefe de Estado de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz. La
historia creadora de paz se escribe cumpliendo.
Cumplió
la Comisión de Juristas, cumplimos nosotros, seguimos a la espera de que lo
firmado sea aceptado sin reticencias. Lo que pudiera faltar corresponde a un
desarrollo que no puede variar para nada el contenido y alcance del sistema
concebido, que como se ha afirmado, está cerrado.
“La
verdad os hará libres”, es el sello indeleble para una sociedad que debe
anteponer la verdad por encima de cualquier consideración en momentos en que el
arco toral del sistema de justicia acordado son las víctimas que esperan
conocer la verdad, toda la verdad, y la aceptación de la responsabilidad de
parte de quienes la relaten y asuman.
Para
esto se requiere valentía, honestidad y disposición para reconstruir el tejido social.
De la mentira no nace la justicia, mucho menos la reparación, ni la no
repetición.
Altas
dosis de carácter se necesitan para pararse ante el pueblo y el mundo y decir
la verdad después de sesenta años de conflicto interno en el que no se dio un
vencedor ni un vencido, pero que dejó, sí, tendidos en el suelo patrio cientos
de miles de muertos y miles y miles de víctimas.
Que
sean entonces los que mayores responsabilidades dicen tener como representantes
de la sociedad por desempeñar cargos públicos de alta jerarquía, quienes
aprendan desde hoy lo que significa la palabra verdad.
Sea
la oportunidad para mencionar como mal ejemplo al señor Procurador de la
Nación, quien revestido de unas facultades que pisotea sin consideración ni
respeto alguno, se atrevió a afirmar hace apenas unas horas que "Las FARC
siempre ha colocado como condición la judicialización del expresidente Uribe”,
y a continuación sugiere alianzas de la organización insurgente con instancias
del Estado para lograr tal propósito.
Porque
venimos rechazando el derecho penal del enemigo, las FARC nunca hemos hecho
propuesta alguna pensando en un único destinatario sino buscando lo mejor para
todo nuestro pueblo y ponerle fin a la impunidad.
La
sinvergüencería no puede ser un instrumento de paz. El señor Procurador no
tiene vergüenza; lo que debiera hacer es posibilitar que se acabe la impunidad
de aquellos que se creen vacas sagradas porque detentan el poder.
Delegación
de Paz de las FARC EP